La verdadera jornada de reflexión electoral comienza el día después de los comicios, y no el anterior. Y, ya puestos, debería durar más de un día, porque cuesta menos decidir el voto que digerirlo. Llevamos una semana, y lo que nos queda, atragantándonos con el buffet libre de análisis post-electorales. Habiendo participado en primera persona del plural en la campaña andaluza de Podemos, no quería dejar de aportar mi puñado de garbanzos a este puchero de impresiones y valoraciones. Pero, antes de nada, dejemos claras dos constataciones y un aviso a navegantes.
Constatación 1. Las encuestas no se equivocaron tanto como otras veces. Al menos no las más grandes (CIS, Egopa, Metroscopia). Es cierto que desde semanas antes y durante toda la campaña hubo bailes de cifras para todos los gusto. Las encuestas de referencia nos daban como suelo el 15% que finalmente fue, mientras que otras nos colocaban al PP al alcance de un mordisco. Esto, más todo lo demás, nos hizo a muchos prever la posibilidad de obtener un resultado aún más grande del finalmente cosechado, que sin embargo muy gustosamente habríamos firmado hace un par de meses.
Constatación 2. A ver si nos vamos enterando de una vez por todas: ni en lo electoral ni en muchos otros aspectos Andalucía es un espejo de España. Paralelismos y paracaidismos no ayudan ni a diseñar campañas ni a comprender los resultados. Y lo que no vale es sacar el espejo a conveniencia: Andalucía es España cuando ganas pero no tiene nada que ver cuando pierdes. Fullería barata.
Aviso a navegantes. En el actual terremoto político, sería un error caer en enfoques cortoplacistas y estrictamente partidistas para intentar comprender qué está pasando. Resulta necesario mirar en perspectiva de tendencia y de régimen. Por eso conviene analizar cómo ha evolucionado desde las elecciones andaluzas de 2008 (año de arranque de la crisis económica de la que solo están saliendo quienes nunca entraron en ella) el apoyo electoral conjunto a los dos grandes partidos del régimen (PP y PSOE) frente a quien encabeza las aspiraciones populares para desbancar al bipartidismo (Podemos). Vamos a ello.